jueves, 17 de mayo de 2018

Levantarse temprano, esa es la cuestión.

"Todas las mañanas entra por mi ventana el señor sol, doy gracias a Dios por otro día más..."
Esta entrada, unida al hecho de que hoy tuve que levantarme a las frescas cinco de la mañana, me ha hecho recapacitar y llegar a la conclusión de que levantarse temprano no solo es desagradable, sino completamente idiota. Y si, ahora comprendo que todos estos años los he pasado en un mundo de comodidad.
Los efectos de madrugar pueden ser muchos, pero todos ellos malos que modifican la personalidad. Te levantas temprano a huevo, para pararte frente al espejo a bostezar y arreglarte el greñero y dar la impresión de estar recién lavado (porque te bañaste en la noche para "dormir más"). Intento generalmente patético y totalmente en vano. No desayunas porque sigues con el estómago revuelto de lo temprano que es y sientes que si lo haces te va a dar cáncer en el intestino. Pasas la mañana sintiéndote infeliz, dizque trabajando y quitándote las lagañas. Solo piensas en la hora que de acabe ese infierno para salir corriendo a casa y volverte a meter a  la cama. La gente que se levanta temprano a fuerzas, es gente descontenta.
Y los que madrugan por gusto son los peores! Esta clase de gente cree que tienen la ayuda y bendición Dios nomás por el puro gusto que le da verlos levantarse temprano. Aconsejan esta "practica saludable" a todo el que se encuentran, en realidad no tienen otro tema de conversación, y se siente superiores por hacerlo. Y ahí van, dizque haciendo ejercicio o paseando al perro (el pobre todo desmañanado).
Esta clase de gente quieren hacernos funcionar a una hora donde nada bueno puede esperarse.

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