jueves, 3 de abril de 2025

El hombre económico no es mujer

El papel de la mujer en la economia revela una profunda desigualdad que ha perdurado a lo largo de la historia donde se ha establecido que es el hombre quien va primero, y es el hombre el que cuenta, lo que sugiere que la economia ha sido definida por y para los hombres, relegando a la mujer como "lo otro" que si es indispensable, pero subordinado.

A lo largo de los años, se ha asignado a las mujeres la tarea de cuidar a los demás en lugar de preocuparse de su propio beneficio. La sociedad le ha contado que no puede ser racional, una creencia de que son solo emocionales porque sus cuerpos las atan a los partos y las menstruaciones, lo que son obstáculos para su participación igualitaria en el ámbito económico. A pesar de que muchas mujeres han invertido en su formación tanto tiempo y esfuerzo como los hombres, la discriminación se hace evidente en la aun existente brecha salarial.

La falta de atención al impacto del trabajo doméstico en la economía y los roles de género es notable. "¿Quién limpia en casa de la limpiadora? ¿Quién cuida a la niña de la niñera?" son preguntas con las que cargan muchas mujeres y parece que solo les importa a ellas.

El ingreso al mercado laboral remunerado ha permitido a las mujeres liberar parte de sus tareas domésticas, "si se quiere hacer carrera, es preciso colgar la vida familiar en la puerta antes de llegar a la oficina", lo que a veces conlleva a un conflicto interno, especialmente durante la maternidad, cuando lo público y privado se fusionan de maneras complicadas. Es decir una mujer embarazada no puede quitarse su panza para ir a trabajar, no puede deshacerse de su yo privado, tiene que llevar algo de su hogar al mundo del trabajo remunerado. El hombre económico no tiene pechos que producen leche, u hormonas. Se mantiene separado de lo público y privado.

A pesar de que la mujer ha entrado en el mercado de trabajo, el hombre no ha entrado en la casa en la misma medida, lo que perpetúa la desigualdad en la división de las tareas. Además, las dinámica del mundo económico revela un sistema que prioriza el beneficio individual sobre el bienestar social.

A lo que surge la pregunta: "¿es justa la economía? ¿mejora nuestra calidad de vida?" La realidad es que "la economía actual crea apetitos en lugar de soluciones para saciarlos", y las elites causantes de crisis financieras suelen salir ilesos o mejor posicionados, reforzando un ciclo de desigualdad y explotación.

En este contexto, es evidente que el hombre económico es el que invierte en sí mismo y es individualista, mientras que se ignoran las aportaciones y necesidades de las mujeres. La economía, diseñada a menudo sin considerar las realidades de género, lleva a la conclusión de que "sabemos el precio de todo, pero el valor de nada" y asi por mucho tiempo el valor económico que aportan las mujeres han sido invisibilizado. 

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