domingo, 27 de diciembre de 2020

Yo las canciones y tú la magia✨

Estoy convencida de que estoy enamorada, no sé por cuánto tiempo, quizá hasta que por fin pueda conocerte bien. Quizá hasta que te vuelva parte de mi vida y dejé de idealizarte al ver tu realidad.
Pero hasta ahora, te deseo tanto y te disfruto como nunca los pocos momentos en que puedo verte.
Me embrujaste con tus encantados paisajes, tu brisa acariciándome la piel, tus colores al atardecer, tus sabores cítricos y amargos, tus frescos aromas.
Ya quiero estar contigo otra vez y vibrar alto como siempre lo haces. Quiero estar sentada junto a ti, observandote anochecer y subiendo la marea, quiero embriagarme a tu lado mientras te escucho como silvas, como rompes, como emprendes el vuelo.
Hazme suspirar, hazme sonreír con tu magia que yo ya tengo preparada la banda sonora para estos finitos momentos.

jueves, 24 de diciembre de 2020

Las aventuras de #SinSuerteChío

Problemas de primer mundo

Doña Ingeniero "UsoBotasConCasquillo", cambio su outfit industrial por "GuapaMujerQueUsaTacones", un outfit adecuado para pisar la Baja. Con lo que no contaba, es que le esperaba un maratónico recorrido por la terminal 2 del aeropuerto, carrera que tenía que terminar en 5 minutos para no perder el vuelo, agregando a la situación de emergencia los zapatos altos que nuuuunca suele usar (pero la Baja lo merecía). Esto, gracias a un retraso de media hora en Monterrey, dónde según el piloto, ni habría de que preocuparse pues incluso llegarían antes de itinerario ¡Mentiras!.
¿Lo bueno? Alcanzar el vuelo, obtener un ascenso, viajar en un Boeing 787 y aprovechar las tres horas de viaje pa' terminar el trabajo. ¿Lo malo? Dos horas de espera en el aeropuerto de Tijuana, harto dolor de pies, dos maletas extraviadas y... Dos horas de espera en el aeropuerto de Tijuana! Pudiendo haber estado bebiendo cerveza artesanal viendo el mar y el atardecer. 

Por cierto... Te amo EnsenadaBebé ❤️

jueves, 26 de noviembre de 2020

Viajes literarios

Cuando conocí a Ricardo, él estaba en Perú. De todos los lugares que me describió, dónde tuvo sus aventuras con la niña mala, este, es el que más recuerdo. Y justo hoy, en mi viaje a Edomex, platicaba con mi cliente sobre su reciente viaje, que casualmente fue en Perú. Me dijo que había estado en Lima -Bueno, cerca de Lima. Un lugar que se llama Miraflores-. Con emoción confirmé preguntándole -¿Miraflores? ¡Que maravilla!- y entonces, le describí ese barrio situado frente al mar, los malecones que controlan las olas agresivas, los surfistas que aprovechan desde muy temprano el agitado mar, el Barrio Alegre, los Baños de Miraflores, y el lenguaje miraflorino, o general de los peruanos, con sus huachaferias y pichuriadas. Al final, preguntó si conocía por alla, -alguna vez lo leí- le dije, pero lo que pensé fué: si conozco un poco, un día de verano allá por los años 50s, Ricardito me llevó. En aquel entonces fue Perez Prado y su orquesta a animar los bailes de Lima. No se lo dije. Esos viajes literarios te darán conversaciones, pero terminarás siendo un mamador.

viernes, 18 de septiembre de 2020

¡TENEMOS UN 3312!

I'm too hot... hot damn! call the police and the fireman.

La otra vez fui a Smart, con mi tapabocas y desinfectada. A diferencia de otros súperes, en este, había un termómetro pegado en una de las puertas. Toda pretenciosa, queria mostrar mi "indiscutible" educación sobre el tema de que los rayos infrarrojos del termómetro NO te leen la mente, asi que con seguridad acerque mi frente para la toma de lectura. Una alarma se activó ya que el dispositivo marcaba 37.7 de temperatura. Detuve el tráfico de gente, la alarma duro como 3 minutos, que para mí fue como una hora, y se puso en evidencia que estaba bien infectada del coronabicho. Le explique al guardia que quizá era porque mi carro estaba muy caliente, aun asi, acepte el no poder entrar al establecimiento. Pero luego me dice -intentélo otra vez, es que se toma del brazo- y pues ya, al tomar de nuevo la lectura en otra área de mi cuerpo, mi temperatura fue de 34 grados y asi pude ingresar. Ahora tenía hipotermia, nada importante comparado con el COVID... y bueno, con la evidente falta de calibración del termómetro. 


martes, 1 de septiembre de 2020

¿Ves este anillo? Soy la Señora de Olivas

Ya para qué me hacía tonta. Me costó mucho divertirme los últimos minutos de la fiesta pues solo podía pensar en lo inevitable: la noche de bodas. No había opción, tenía que hacerlo.

 

El evento fue un derroche de envidias e hipocresías. Lo sé porque todas las solteras del pueblo soñaban con ser la señora de Olivas, así que me felicitaban y sonreían apretando los labios del coraje. En aquellas horas yo era la persona más feliz del mundo. Tenía la atención de todos y en la boda era la estrella principal. El marido no existía. Yo la verdad ya ni me acordaba de él. Además, durante toda la noche no tuve a mi mama jodiendome todo el tiempo, tratando, como siempre, de acomodarme el cabello, bajarme la falda, criticar mi escote, juzgarme de puta. Porque a partir de ese momento yo ya era una señora: LA SEÑORA. Incluso, mi hermana dejo de tratarme como idiota y me dijo “Hasta que hiciste algo inteligente Nenita y amarraste al gran Roberto Olivas”

 

Yo nunca vi lo grandioso del señor Olivas. A mí me daba igual, pero todo mundo parecía admirar como se aferraba para conseguir lo que quería - como su fortuna, por ejemplo-. Y bueno, se aferró a mí. Si no fuera por mis amigas que me insistían día tras día y me decían: “Cásate con él, Nenita. Te conviene. Dicen que hasta se va a lanzar para la candidatura de la alcaldía. ¿Te imaginas?, Tu de primera Dama” ni lo hubiera considerado. No lo voy a negar, lo de ser la primera dama me movió, pero sobre todo era una oportunidad para sobresalir y demostrar a mis padres que se equivocaron de hijo favorito.

 

Toda mi felicidad y la alegría de haber disfrutado de una gran fiesta desapareció cuando llego el momento de cumplir como esposa. Porque, la verdad es que a uno le inculcan la sumisión y el servilismo. No me podía quejar. Y el señor Olivas con impaciencia y sin darme un momento para asimilar mi futura vida, se dispuso a quitarme la ropa y a penetrarme tan pronto como pudo. ¿Era esto normal, sentir asco por tu esposo? ¿Estar pidiéndole a todos los dioses que terminara la noche de bodas?. Afortunadamente su ímpetu duro poco. Alegó que con tan grandes pechos, y lo que describía como caderas fértiles justificaba totalmente su pobre desempeño. Pero, fui cooperativa. A pesar de mi agotamiento por la boda, cumplí, me dijo.

 

El futuro como la señora de Olivas, se volvió tal que, cada vez que había que cumplir, la repulsión se apoderaba de mí. La primera dama que ambicionaba ser, era una esposa sexualmente insatisfecha. Me resigne. Siempre pensaba en aquel día de la boda, en el vestido de novia más caro hecho de telas importadas, el banquete de cuatro tiempos solo para los paladares más sofisticados, pero sobre todo en la paz y tranquilidad de un día no tener a mi madre corrigiéndome todo el tiempo y diciéndome ‘’Ya tienes 23 años Nenita, sino vas a estudiar como tu hermana, deberías empezar a buscar marido’’. Les demostré conseguir al mejor candidato, la mejor boda de todos los tiempos, y ademas, robarme su apellido. Pudiera convertirme en una frígida, a mi no me importaba. Yo ya no era muda, ya no era invisible.

martes, 25 de agosto de 2020

Perdido y encontrado

Culpo al sobrecargo de quitarme la bolsa y meterla a los compartimientos donde yo sabía que la iba olvidar. Y esa es la razón por la que corro por la terminal buscando la oficina de reclamaciones de equipaje. No es la primera vez que se presenta esta situación; audífonos olvidados en hoteles, suéteres adornando sillas de restaurantes, generosas propinas con todo y cartera para taxistas, y un sinfín de artículos que ahora tienen otro dueño. En estos momentos, mi bolsa está a punto despegar y tengo que parar ese avión para recuperarla antes de tomar el siguiente vuelo.

Al fin he llegado a la oficina. Trato de recuperar el aliento. Cansada y con dificultad para hablar exijo que me atiendan. Describo detalladamente mi objeto perdido. Busco mi celular en mi bolsa, y me doy cuenta. La bolsa siempre ha estado conmigo. El señor de la oficina la observa y suelta su más fuerte carcajada. Se siente casi cruel, pero lo he comprendido: no solo pierdo cosas, también a veces pierdo la dignidad.

martes, 18 de agosto de 2020

Melomanía Crónica

Escuchaba ese playlist que tenía un poco abandonado. Uno que había hecho exclusivamente para sumergirme en el contenido musical de “People ain’t no Good” de Nick Cave, y así, ahogar toda pena. Puedo jurar que todas las canciones de la lista hablaban de mí. En ese festival de infinita tristeza yo era el único espectador. Todas mis bandas y cantantes favoritos actuaban solo para mí, transportándome a una experiencia agridulce.

El evento musical fue interrumpido varias veces durante el día: al subir al auto para ir con el dentista, al tratar de emparejar mi celular con el estéreo del auto para seguir con el ritmo de mi aflicción, al tener que contestar las preguntas de todos aquellos que no estaban invitados a mi festival personal de amargura. Quizá, el único invitado que tuve fue el dentista que durante la cita me ofreció poner mi música en su consultorio ¿Cómo podía decir que no?. En realidad es que todos hubieran estado invitados si se limitaran a solo escuchar y apreciar mi buen gusto. 

Ya entrada la noche, en la casa de mis padres, me adueñe de su equipo de sonido. Seguía con la piel erizada provocada por los sonidos, las voces y las letras. Una vez más, el festival fue interrumpido al escuchar hablar a los no invitados. Tenían las voces de mi madre y mi esposo. 
- Nomás vino a escuchar música su música deprimente. ¿Nos va hablar? 
- Lo dudo. Lleva todo el día así, y ayer fue de reggaetón. ¿mañana?… no sé, tal vez se ponga el día punk.

martes, 11 de agosto de 2020

Ansiedad telefónica

Toda tranquilidad desapareció al escuchar la vibración que anunciaba la llegada de un mensaje. Avisaba el final de un día sereno. El mundo se detuvo y su corazón también. Antes de revisar ya sabia quien se comunicaba. Sintió una nausea que reventó en su garganta en forma de acido gástrico. Llego hasta la mesa donde se encontraba su celular. Se dio cuenta. Su error. No era él. No era una persona. Ni siquiera era un mensaje. Era el aviso de batería baja de un dispositivo al que ahora estaba encadenada. En su lugar, encontró solo decepción. Lo que realmente notificaba era la continuidad de incesantes y tortuosos días de inútil espera. Esclavizada y esperanzada.

lunes, 3 de agosto de 2020

Ilustres personajes

El hippie

Llegar al distrito nueve de la ciudad ultraconservadora “Quesolandia”, es toparme a Oscar. Es ese tipo que no conoce el baño, ni la estética, ni el buen vestir. Por lo general, es un ermitaño que apenas sale de su madriguera oscura y llena de pelos porque ahí también vive su fiel perro, al cual asegura amar más que a sus padres y hermanos, pero yo lo he visto, y el no ama a nadie ni a sí mismo.

Este personaje (un adulto de apariencia, pero desde hace 10 años estancado en los 15), critica duramente la sociedad, se auto define open mind pero cree aun en la humanidad. Se muestra humilde y “servicial” pero esta siempre indispuesto pues -mírame, no me he bañado ni peinado, ¿como voy a salir a hacer ese mandado, que tú quieres, vestido así?- porque, ¿les dije que es un verdadero hippie sin trabajo, sin estudios que vive de sus padres? Después de su justificación para no realizar ninguna tarea que, según él, no merece hacer, el padre, con coraje y tristeza termina por hacer las tareas que al hippie le corresponden.

En resumen, Oscar es un ser inerte, respirando solamente, aprendiendo del mundo a través de un video juego y YouTube, viviendo otra realidad en algún universo alterno. Es parte de alguna raza extraña, nacida de una generación en la cual, los oscarianos, otros seres iguales a él, creen merecerlo todo sin él más mínimo esfuerzo, porque, como lo dice de vez en cuando, él no pidió nacer.

Sus padres deberían pensar bien en las cosas que han hecho en el pasado, que cosa tan mala hicieron para tener un hippie en su casa... cuanto le debían al destino que con esto les pago.

viernes, 24 de julio de 2020

En un mundo heteropatriarcal y blanco...

La verdad, es que la crían a uno mojigata. La verdad, le inculcan a uno la sumisión y el servilismo. La verdad, la educan a uno para ser madre... y así muere uno insatisfecha, invisible y muda, y todavía a una le parece bien.

sábado, 20 de junio de 2020

100 dias exactamente iguales, 27 diferentes atributos... y solo 7 te gustan.

"oh don’t get out! I can't see the sunshine, I'll be waiting for you, baby”

100 días de no haber perdido nada (solo la cordura), de pensamientos mundanos, de negación, de "y ahora que hago?", de “al menos la casa está limpia y ordenada”, de odio desmesurado al coronabicho, de estar hasta la madre con el encierro… hoy se cumplen 100 días de cuarentena.

Y pensando en aquellos días… creo que no los use tan bien, no logre dominar ese idioma anglosajón, no me regale días para dedicarlos a mí misma y consentirme, no hice todo el ejercicio del que siempre me quejo que no hago porque no tengo tiempo, pues porque prácticamente los ocupe en: 

  1. Comer como si no hubiera un mañana (pero mejore mis pobres habilidades culinarias)
  2. Odiar de sobremanera el PUTO encierro! (pero sigo respetando la cuarentena)
  3. Envidiar a los despreciables ciudadanos que siguen con su vida normal, y a todos mis conocidos, amigos o familiares que SI estan ocupados todo el tiempo. (pero al menos tuve el tiempo para reírme con mis podcast favoritos)
  4. Comprar idioteces por internet porque estoy aburrida y TODO lo quiero.
  5. Pensar más que trabajar, ejercitarme, cocinar, limpiar, moverme… (pero eficazmente dejar de pensar para dormir como bebe)
  6. Sentirme como la señora Fletcher todo el tiempo (lust for life!)
  7. Mirar a todos desde arriba porque TODOS tienen pésimos gustos musicales (Bueno, eso siempre)
100 días pasaron y el You Only Live Once, perdió sentido.

domingo, 24 de mayo de 2020

Sobre la dificultad de no hacer nada

No quería hacer nada. Quería que me pagasen por no hacer nada, pero resulta que no hacer nada es lo más difícil que uno puede hacer.
Si tuviera fuerzas para no hacer nada, no haría nada, pero ya no me quedan... y bueno, cuidado con lo que se desea pues se puede cumplir, pues!

lunes, 4 de mayo de 2020

The virus strikes back!

Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana…

Son tiempos de pandemia. La mayoría de la ciudadanía ha atacado desde casa y han obtenido victorias en algunos países contra el malvado coronavirus. Aunque ha sido destruido en China debido a las estrictas medidas de contención, en otros países los ciudadanos han sido obligados a dejar sus bases para seguir con sus actividades cotidianas exponiéndose a las malvadas fuerzas del virus. Durante la batalla, rebeldes han logrado fugarse, violando las reglas del confinamiento poniendo en peligro sus vidas. Con el apoyo de los gobiernos, los secretarios de salud dirigen una valiente resistencia, buscando ayuda de los valientes doctores y enfermeros con el fin de restaurar la salud y economía del planeta.


Y cuando creí que la cuarentena no podía ser peor, el virus ataco... de nuevo. No es ese tipo de virus que te corta la respiración y que necesitas estar aislado, es el no tan popular como el coronavirus, HERPES.
El estrés esta fuera de mi control y esta cuarentena no ayuda, me siento inútil, desmotivada, triste, confundida, y el cuerpo lo sabe, por lo que de pronto me volví parte de la población vulnerable, pero no lo sabía…
Después de una semana de dolor de espalda y pecho, según yo por el ejercicio, y de una extraña "alergia" en la piel, me obligaron a ir con el dermatólogo quien me dijo, tienes herpes zoster, el virus de la varicela.
El maldito volvió, nunca se fue, estaba escondido en algún lugar el sistema nervioso esperando que las defensas bajaran para volverse activar, y aquí esta, vivaracho el muchacho.
Ahora mi encierro es tomar pastillas todo el tiempo, ponerme crema, sentirme high con el medicamento y dejar de beber por un mes... ya mejor que venga un perro y me orine.

martes, 14 de abril de 2020

La virtud de estar borracho

People say I’ve got a drinkin’ problem, that ain’t no reason to stop
People saying that I’ve hit rock bottom just ‘cause I’m living on the rocks”

Durante la mañana estuve pagando, con todo e intereses, las botellas de vino que, como Charles Bukowski, me tome el sabado que parecia domingo. Tenía ganas de no pensar en nada sensato, de que me importara una mierda el que seguimos encerrados con un futuro incierto y de disfrutar el momento de sentirme sutilmente (no fue tan sutil) tropicalona.
Y no es que haya planeado ser la ebria que todos creen que soy, simplemente se dio y el resultado fue que me sentí feliz a pesar de ser un fin de semana de encierro.
Si la felicidad fue momentánea, la verdad la pase bien, usamos las herramientas tecnológicas que hoy nos salvan de la terrible soledad y que nos ayudan a mantener nuestro gen social, un par de videollamadas, correos picarones y chats políticamente incorrectos fueron parte de la diversión, e incluso, en mi reseca terrible la platica madrugadora fue la cura.
Así que en este encierro de locura, como Bukowski dijo: “Necesito un trago. Casi todos lo necesitan, solo que no lo saben”. 🥃

jueves, 9 de abril de 2020

Alerta pandemica

This is the end, beautiful friend
This is the end, my only friend, the end

Partí de Querétaro a Colón en aquel auto que me hacía sentir como un señor de 60 años, con todo el lujo que lo caracterizaba, con la decoración que solo podríamos encontrar en casa de nuestros abuelos, hasta un particular reloj análogo sobresalía del tablero principal. No llegaba ni a sentirme señora, ni por más cool que mis poses al volante pudieran ser, ni por los lentes oscuros con los cuales mucho menos podría llegar a parecer rockstar. El auto era demasiado; muy grande, muy lujoso, muy anticuado también.
El SEÑOR Güereque, después de dar mil vueltas buscando la dirección, llegó a su destino y a pesar de que ya habían comenzado advertencias sobre el recién llegado Coronavirus de mantener distancia, al llegar con el cliente todos nos saludamos, hubo intercambios afectivos y hasta me quedé a comer con ellos, la despedida fue igual, hubieron muchos apretones de mano.
Más tarde, me dirigí al centro histórico de la ciudad para encontrarme con un amigo y VOLVER A COMER, y pues al vernos, el saludo fue más afectivo aún, hubo abrazo y menos distancia, durante dos horas platicamos hasta el momento de la despedida con otro abrazo.
Cansada de ser el Señor Güereque, llegue al hotel con la intención de no usar el carro, cambiarme y esperar a que llegara mi vegana amiga Olivia. Para hacer tiempo prendí la TV y las noticias aparecieron y la paranoia llegó; NBA suspendida, Tom Hanks y su esposa infectados, Trump cancelando todos los vuelos procedentes de Europa y miles de casos confirmados en USA. Aun así, recibí a Olí con un gran abrazo y nos fuimos a beber (cuando se podía aun), y hablamos sobre el virus y la vida. También hubo despedida con abrazo.
Y por si no tenía suficiente, en el aeropuerto, donde ya se sentía la histeria colectiva, donde ya todo mundo usaba tapabocas pero aun así estaba bien pinche lleno, entre el gentío y tocándonos todos los unos a los otros, me topé a Wilber (ese hombre que tiene un trabajo como el mío, que me huye porque lo hago tomar Jager y que también extraña su vida normal por ciudades y aeropuertos) y pues él afecto se dejó ver con un abrazo también.
Después de aquellos días, incluso la semana siguiente, seguía creyendo que estaría en Toluca haciendo mis vistas técnicas regulares y que de ahí estaría disfrutando la CDMX y que escucharía a Tame Impala en vivo, con todo y la incertidumbre de haber y haberme contagiado con tanto contacto humano.... tan ilusa, llegue a casa y de ahí ya no pude salir.

sábado, 4 de abril de 2020

Casi olvidado

He tratado de reconstruir esos últimos momentos de mi vida antes de la pandemia, pero poco a poco las caras y los lugares se han borrado, me aferro a ellos porque extraño cada cosa que era parte de mis rutinas, sin tener bien en claro si esto me está afectando o me ayuda a sobrellevar el obligatorio encierro.

¿Cuando fue el último día que pensé que todo estaba tan lejos de la hoy realidad? Porque de pronto llegue a casa y de ahí no salí, porque de pronto solo me quedan los recuerdos borrosos de mis actividades cotidianas y los lamentos de planes que han sido destruídos o postergados.

Y al principio pensaba en lo de ayer, lo de la semana pasada y todo era tan claro, los rostros, esos ojos, esos gestos, las risas y los ademanes, luego pienso en las calles recorridas, las carreteras y el miedo de manejar cada automóvil rentado que tome, los sitio nuevos y a los que volvía otra vez, las sabanas, las almohadas, la forma en que caía el agua en cada tipo de regadera y mi análisis exhaustivo de los baños para calificar si era buena idea volver a ese hotel. Las visitas y terminar como vil minero pidiendo baño urgentemente y, por su puesto, ese apretón de mano con cada uno de ellos que, quiero suponer, forman parte de mi trabajo.

Hoy, la rutina ha cambiado y pensar en lo pasado me mantenía contenta, podía cerrar los ojos y casi tocar la vida antes de la pandemia, pero después de un tiempo todo se empieza a disolver y aunque me aferro hay cosas que ya no las veo, tengo el sentimiento y puedo sentirlo pero cada vez es más difícil visualizarlo, ¿será el siguiente paso dejar de extrañar?

domingo, 29 de marzo de 2020

¿Domingo de nuevo?

”Everyday is like Sunday
Everyday is silent and grey"


Esto de la cuarentena me está jodiendo bien cañón, ya ni siquiera estoy segura de los días.
Tengo una decena de libros esperándome y está bien eso de #yomequedoencasaleyendo pero lo cierto es que he invertido demasiado tiempo flasheando que estoy de viaje. Pudiera ponerme a inventar alguna otra actividad, pero le ando poniendo más ganas a pensar idioteces.

viernes, 13 de marzo de 2020

Mi trabajo campechano

"Take it easy for a little while
Come and stay with us, it’s such an easy flight
it was well reviewed
Four stars out of five"


Voy despertando a las frescas 9am, aun siento los parpados pesados de la noche anterior pensando en la muy mala idea que fue terminar la tercera temporada de "Mafiosos bien fucking vestidos" y darme cuenta que ya eran las 2:45am. Pero en mi trabajo campechano puedo darme ciertos lujitos, obviamente sin abusar de la confianza de la empresa.
Durante la semana pude ajustar mi agenda para no tener que madrugar visitando clientes, y así, pedir desayuno al cuarto en mi hotel 5 estrellas antes de las citas.
Siempre espero que las visitas terminen pronto y tener tiempo suficiente de revisar los únicos tres correos que me llegan, dos de los cuales seguro son promocionales. Y ya con tanto tiempo libre por la tarde, me voy a beber al bar del hotel, durante ese tiempo espero conocer a alguien de platica interesante y pasarla chevere, o de plano, solo revisar redes sociales hasta darme cuenta que ya es demasiado tarde como para ir al gym.
Ya tarde y sintiéndome algo soñolienta a consecuencia del alcohol, subo a mi habitación y termino durmiendo a las 2am porque de pronto, estando en la cama, perdí el sueño y la noción del tiempo viendo el concierto de "Las Reinas de lo Cool" por YouTube.
Y así termina una semana de arduo y bien reconocido trabajo, tomo mi auto rentado full size premium y me dirijo al aeropuerto donde ya me esperan unos tragos coquetos de las salas VIP.
Para el jueves ya estoy felizmente en casa para disfrutar mi fin de semana largo, lejos del estrés del trabajo.
Lo diré jugando y los demás también lo hablaran con algo de envidia pero es cool darme cuenta que, al menos, la mitad de lo escrito es verdad.
Alguien me dijo que tenia un trabajo campechano y busque por la red a que se referían con "campechano" por que lo primero que pensé fue en unos taquitos de suadero y costilla, asi mezcladitos, pero resulta que la palabra tiene tantos significados (y la mayoría positivos) que estoy tratando de verle el lado cómico aun cuando el comentario pudo haber sido con cierta burla. Y pues aquí estoy dándome el tiempo de escribir sobre mi trabajo que amo tanto aunque sea campechano.

viernes, 21 de febrero de 2020

El click

En mis tiempos solitarios de bachilleres, no por gusto, sino porque de un momento a otro olvide como socializar, en aquellos tiempos, un día, pelee con mi única amiga, así que vagando por los pasillos, sin tener nada que hacer en la hora libre que tenia, me senté cerca del pasillo recargada en la pared, luego empezaron a salir los estudiantes de las clases marcando la hora de salida. La gente me veia sola, o sentía, que sus miradas se desviaban hacia mi por el solo hecho de estar sola, pero yo me mostraba como si fuera lo mas cool del mundo mientras miraba el anuario escolar tratando de evitar miradas. En eso mi momento incomodo de soledad termino cuando llego a salvarme mi mejor amigo acompañado de sus otros amigos, uno de ellos con una cámara de video, y a través del lente me veía y me pedía que saludará, fue entonces cuando senti ese click, el primero de todos.
El click, se siente a lo largo de nuestras vidas, al conocer al alguien con ideas similares a las nuestras, cuando sentimos esa reciprocidad. Lo especial de este click es sentir la reciprocidad aun sin conocer a la persona. En ese momento supe que lo habíamos sentido ambos. Luego pensé que era algo único en la vida, porque... _¿como puedes sentirlo si no conoces a esta persona? y contrario a “Do I wanna know if this feeling flow both ways?” ¡Lo sabes!. Pero años después aquello que creí único volvió, el click volvió... 💕

jueves, 6 de febrero de 2020

Entre que se me olvida, no me acuerdo y lo pierdo todo

"No me vengas a decir que la recuerde, no, no, no
Eso está olvidado
en el pasado"



Hay un área bastante grande en mi cerebro donde suelo guardar basura, ahí están todos esos datos inútiles que algún día podre utilizar en alguna reunión para impresionar a los presentes, también hay uno que otro recuerdo doloroso, ese que si quiero olvidar, pero ahí está intermitente. Y ni que decir de todas las vergüenzas que he pasado y mas que nada, por culpa de mis olvidos y distracciones. Ya que por lo visto, hay tanta basura guardada que no queda más espacio para nueva información.
Recuerdo bien una noche divertida, estaba en algún bar, demasiado alcohol y conversaciones chidas, no dejaron espacio para recordar que mi cartera con todo mi dinero y tarjetas estaba en la mesa y que la tenia que meter en mi bolso al irme. Eso si lo recuerdo muy bien, el estrés mañanero de amanecer mas pobre que pobreman.

Siendo joven y con una mente mas “activa” y “fresca”, volvía a mi casa de la escuela. Solía recorrer el camino con todos mis amigos y entre tanta risa y felicidad, alguien me pregunta “Rocío, porque no traes tu mochila?” debo mencionar que no la recupere hasta al día siguiente porque ya había cerrado la escuela y no tenía turno vespertino.
Mi mente divaga fácilmente y emprende un viaje largo y en el retorno resulta que ya me perdi de varias cosas, como aquella vez que casi al terminar el semestre veo a todos los de mi clase con maquetas y al preguntar la respuesta fue: “Rocio, el proyecto lo encargo desde el inicio, llevamos comentándolo todo el semestre”, asi que tuve que presentar un examen de regularización por no poner atención.

Y es que, todo debe seguir un orden, pero la mayoría de las veces suelo ser un caos, viviendo una vida de alta entropía. Si algo parece diferente el olvido aparece. En alguno de mis viajes por aire, resulta que, cuando mi bolsa que suele estar conmigo todo el tiempo porque sino la olvido por completo, como todas las cosas importantes, me piden dejarla junto con todo el equipaje en los compartimientos, y con bastante tiempo de vuelo para olvidar que había dejado mi bolso ahí, baje del avión muy campante… 5 min después me verán corriendo por el aeropuerto hacia las oficinas de Aeromexico a recuperarlo.
No hay espacio para tantas cosas a la vez, las emociones fuertes le restan importancia a cosas del momento y me meto en tantos problemas, a veces resulta chistoso, pero la mayoría de las veces es frustrante y el momento de frustración es el que suele guardarse en esa área de basura. Quizá con el tiempo se vuelva chistoso, mientras sentiré el temor de volver a perder algo, al menos, hasta que se me olvide de nuevo.

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