sábado, 4 de abril de 2020

Casi olvidado

He tratado de reconstruir esos últimos momentos de mi vida antes de la pandemia, pero poco a poco las caras y los lugares se han borrado, me aferro a ellos porque extraño cada cosa que era parte de mis rutinas, sin tener bien en claro si esto me está afectando o me ayuda a sobrellevar el obligatorio encierro.

¿Cuando fue el último día que pensé que todo estaba tan lejos de la hoy realidad? Porque de pronto llegue a casa y de ahí no salí, porque de pronto solo me quedan los recuerdos borrosos de mis actividades cotidianas y los lamentos de planes que han sido destruídos o postergados.

Y al principio pensaba en lo de ayer, lo de la semana pasada y todo era tan claro, los rostros, esos ojos, esos gestos, las risas y los ademanes, luego pienso en las calles recorridas, las carreteras y el miedo de manejar cada automóvil rentado que tome, los sitio nuevos y a los que volvía otra vez, las sabanas, las almohadas, la forma en que caía el agua en cada tipo de regadera y mi análisis exhaustivo de los baños para calificar si era buena idea volver a ese hotel. Las visitas y terminar como vil minero pidiendo baño urgentemente y, por su puesto, ese apretón de mano con cada uno de ellos que, quiero suponer, forman parte de mi trabajo.

Hoy, la rutina ha cambiado y pensar en lo pasado me mantenía contenta, podía cerrar los ojos y casi tocar la vida antes de la pandemia, pero después de un tiempo todo se empieza a disolver y aunque me aferro hay cosas que ya no las veo, tengo el sentimiento y puedo sentirlo pero cada vez es más difícil visualizarlo, ¿será el siguiente paso dejar de extrañar?

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