martes, 11 de agosto de 2020

Ansiedad telefónica

Toda tranquilidad desapareció al escuchar la vibración que anunciaba la llegada de un mensaje. Avisaba el final de un día sereno. El mundo se detuvo y su corazón también. Antes de revisar ya sabia quien se comunicaba. Sintió una nausea que reventó en su garganta en forma de acido gástrico. Llego hasta la mesa donde se encontraba su celular. Se dio cuenta. Su error. No era él. No era una persona. Ni siquiera era un mensaje. Era el aviso de batería baja de un dispositivo al que ahora estaba encadenada. En su lugar, encontró solo decepción. Lo que realmente notificaba era la continuidad de incesantes y tortuosos días de inútil espera. Esclavizada y esperanzada.

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