lunes, 1 de septiembre de 2025

La mujer incompleta

"Yo perreo sola"

Mi tía la Cuca fue mi primer ejemplo de lo que significa ser una mujer independiente. Desde niña observaba todos sus movimientos con admiración: cómo manejaba su trocona perrona y viajaba de aquí para allá con toda seguridad, cómo hablaba sin titubeos. Era súper culta y no se le conocía novio alguno (o novia), pero le cantaba al amor con harta pasión.

Y, sin embargo, flotaba sobre ella un aire de lástima. Alguna vez escuché murmullos descalificadores a su alrededor: “pobre, no tiene hijos”, “pobre, está sola”. Como si ella, con todo su intelecto y singularidad, no fuese suficiente.

A mí, la tía Cuca me parecía lo máximo, la mujer más cool del planeta. No entendía por qué los demás hablaban de ella en esos términos. ¿Por qué querían despojarla de su plenitud solo porque no había seguido el guion preestablecido? Su vida, para mí, era una celebración de la autonomía. No entendía por qué la gente la veía como inadecuada.

Y es que se nos enseña desde muy pequeñas que no estamos completas y que necesitamos de un otro. Que somos el complemento de una ecuación ajena donde primero somos la hija de, luego la novia o esposa de, y después la madre de.

Pero ella me enseñó siempre a buscar algo más que un hombre con el que mi nombre sonara bien junto a su apellido —diría la Karol G, como si fuera una victoria—. Me enseñó que todo debe ser cuestionado y que, siendo tan independiente como ella lo fue, con dinero, con trabajo, yo iba a tener opciones. Y que una mujer con opciones tiene poder.

lunes, 25 de agosto de 2025

Patrimonio

Del patrimonio, no se habla. Porque el matrimonio asegura dependencia, pero el patrimonio permite tener opciones. Y si hay algo que siempre se evitó, es que las mujeres tengamos opciones. No vaya a ser que empecemos a usarlas.

Nos hicieron creer que “ser fuertes” era resistir y ponerle el pecho a todo, pero la verdadera fuerza es poder contar con recursos que respalden nuestras decisiones de vida. Tener patrimonio es poder irte. Decidir tus sí y tus no.

#AmigaHablemosDePlata

jueves, 14 de agosto de 2025

Blue rare

"Food is sex" 🔥 

Era una invitación a un festin en la azotea de un edificio viejo de la ciudad. Prometía “una noche para dejarse llevar” y pedía un código de vestimenta sugerente. Por pura curiosidad, había que entrar y pedir una mesa.

La iluminación roja (asi como de congal) alumbraba un espacio lleno de sillones, y a unas veinte personas con cara de “yo ya sé a lo que vine”. La música, las animadoras y el ambiente reforzaban esa sensación: la carne fresca era exhibida ante los comensales que no disimulaban hambre y deseo.

En otra habitación con luces de neón, las pasiones se desbordaban. No había nada que cocinar a fuego lento: allí todo se servía y se devoraba crudo y sin marinar. En el buffet de gritos y gemidos, todo lo que podía ser un manjar delicioso se fue quedando sin sabor. Cruzar el umbral de ese espacio que parecía arder en llamas hizo que, en cambio, se sintiera el frío de la ciudad colarse por la ventana y dejar el plato frio también. Curioso, ¿no? No debería causar el efecto contrario?

El dejarse llevar solo sirvió de acelerador etílico para forzar la sobremesa hasta perderse en un blackout. O sea, como en una fiesta normal... que terminó con la importante lección: lo que se sirve sin tiempo pierde su sabor, ¿no sería mejor prender el carbón, sazonar y que las emociones se cuezan en ese fuego lento? 

Estamos hablando de una carnita asada ¿verdad? Pq #norteños 

domingo, 27 de julio de 2025

Las más jodidas

"What a shame, what a shame to judge a life that you can't change."

Una vez, cuando tenía 11 años, estábamos en clase y la maestra me pidió a mí y a otras dos niñas que saliéramos del salón. Obviamente, estábamos confundidas y preguntábamos por qué, pero la maestra solo sonreía y nos pedía salir como parte de una actividad.
Ya fuera del salón, seguimos cuestionando por qué solo a nosotras. No veíamos tener algo diferente a los demás, ni algo en común entre nosotras.
Cuando finalmente regresamos al salón, la clase siguió como siempre, pero en nosotras seguía la duda. Incluso notábamos cierta complicidad en las miradas de nuestros compañeros. No pasaron días; fue ese mismo día, en una oportunidad, que el niño más chismoso del salón reveló la verdad del porqué nos habían sacado de clase:
—"Las sacó del salón porque son las más jodidas, y está pidiendo una cooperación entre todos para pagar su graduación" —lo dijo en tono burlón, incluso se rió.

Y creo que fue el único al que le pareció chistoso. Los demás se veían incómodos y nos miraban con condescendencia.
Yo sentí mucha vergüenza. Mis compañeras también. Me sentí fuera del grupo, como si todos vieran algo tan evidente y nosotras, tontas, jamás lo hubiéramos notado.

Lo primero que pensé fue: ¿las más jodidas? ¡¿Pero si fulanito está peor que yo?! ¿Y menganita?
Es lo que pasa cuando te ponen en ese lugar. Te pones a la defensiva. Porque nadie quiere ser “el que menos tiene”. Nadie quiere ser el que necesita lástima.

La maestra se enteró de que el niño lo había contado —porque se suponía que iba a ser una “agradable sorpresa”—, se enojó con él y nosotras aprovechamos para decirle lo mal que nos sentíamos al respecto, que no queríamos esa ayuda. Que no la necesitábamos.
Y se canceló todo.

Lo que no se canceló fue la vergüenza de habernos señalado como las más pobres.
Hoy en día ya no la siento. Por eso puedo contar la historia.
Vergüenza debería sentir la maestra que, aunque quizá tuvo buena intención, no supo cómo hacerlo.

Nunca se lo conté a mis papás. Me daba hasta pena decirles, y que fueran a hacer un escándalo… de por sí, el chisme ya se había corrido hasta el salón de sexto B.

Años después, pienso que la experiencia fue profundamente clasista. Fue, sin duda, violenta.
Fue que te miren diferente y te separen del resto: estaban ellos, y estábamos nosotras.

El problema no fue solo aquella cooperación. El problema es que, a diario, en mil formas más sutiles, se sigue haciendo lo mismo:

Ofrecer desde arriba.
Decidir quién “merece”.
Señalar sin saber.
Dar sin escuchar.
Dibujar una línea entre “ellos” y “nosotros” por su falta económica.

No basta con tener empatía.
Hace falta revisarnos. Una y otra vez.

Reconocer que todos —sí, todos— tenemos gestos clasistas, aunque no lo queramos ver.
Y sí, ese niño que lo dijo también estaba replicando lo que escucha en su casa, en la televisión o en la calle. Porque el clasismo no es un acto aislado.
Es un sistema de ideas que se repite sin cuestionarse, incluso desde la infancia.

Es urgente mirarnos y ver qué le estamos enseñando a las nuevas generaciones.

Y que, si realmente queremos ayudar, lo primero es preguntar:
¿Necesitas algo?
¿Cómo puedo acompañarte sin invadirte?
¿Esa ayuda se necesitaba?
¿O solo lo hiciste para sentirte mejor tú?



viernes, 4 de julio de 2025

Tu no sabes amar

El amor me estorba, me sofoca y empalaga. Cuando mis amigas cuentan embelesadas sus historias de amor, yo solo alcanzo a distinguir sometimiento, falta de libertad, fracasos profesionales. Muchas dicen que quieren viajar, conocer el mundo, hacer cosas importantes, pero acaban enamorándose y, después embarazandose, y de pronto todo queda atrás. Pronto ellas quedan atrás de si mismas. 

Tan inteligente y tan boba. Tan cerrada de la cabeza. Tan egoísta - contestó Liliana con una sabiduría que excede en mucho sus años. Liliana no está tratando de convencerme, ni juzgarme, es simplemente una declaración de un hecho.

El invencible verano de Liliana

jueves, 26 de junio de 2025

Hipsterlandia

"Bicycle! Bicycle! I want to ride my bicycle, I want to ride my bike"

La cita era a las 9 de la noche y ya son las 11. No es un buen momento para estar en la calle y comenzar un recorrido de 20 km en bicicleta por la ciudad, sobre todo porque es lunes y mañana hay que trabajar.

En este recorrido vemos a gente que también va a las citas del domingo, que son solo 10 km y tienen un ambiente más familiar (y en horarios decentes). Nos viene a saludar el señor que solo habla con mujeres, allí está el atleta de alto rendimiento que solo tiene una pierna pero en la otra se le forman como 10 músculos en el chamorro al pedalear, y también está el cholito con su bicicleta improvisada que, aunque lleva el garrero, parece ir más rápido que yo.

Una amiga me pregunta por qué no traigo una falda o pantalón; parece que mis leggins están algo traslúcidos y se nota que el calzón es de otro color. Ahora veo por qué la fascinación de este nuevo personaje del grupo, que con insistencia me invita a su casa, me pide agua de mi mochila y me asegura que nos hemos dado un beso indirecto.

Después de un bajón de azúcar, una llanta ponchada, primero auxilios, pero ejercicio saludable, llego alrededor de la 1 a.m. a mi casa, asegurando que ya solo iré a los paseos de los domingos. Como es la época hipster, nos espera un recorrido, pero con outfit tweed.

Qué bonito año aquel 2013.

jueves, 19 de junio de 2025

Que tu voz ya no me alague

"All I want to do is be more like me and be less like you."

No temo competir. Lo que temo es que siempre voy a competir, eso es lo que me da miedo. 
El hecho de que este terriblemente condicionada para aceptar los valores de los demás, y que me gusten los aplausos y que la gente me ponga por las nubes, no lo justifica en absoluto. 
Me avergüenzo de ello. Me da asco.
Me da asco no tener valentía de no ser nadie en absoluto.

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