No sé cuánto tiempo llevaba con la blusa abajo y yo platicando campantemente, sintiéndome demasiado cómoda… tan cómoda que hasta se sentía raro.
Y sí: la comodidad era porque mis chichis estaban al aire.
Me la subí inmediatamente y, oficialmente, solo mi esposo pudo verlas (espero…).
Eso sí: no me advirtió.
Solo vi esas miradas raras y mi cara automática de “aquí no pasó nada”.
Pero sí pasó. Pasó que no hay suficiente volumen para sostener esa blusa, y menos cuando decides no usar brasier.
¿Y cómo se podría terminar el año sin una aventura más de #SinSuerteChío, verdad?
Después de eso: blackout.
Borrachera.
Dignidad cuestionable.
Fin.

No hay comentarios:
Publicar un comentario