martes, 2 de diciembre de 2025

Atrapados en Miguel Aleman

Todos los claxons estan diciendo ¡apúrale, muévete! Y sin embargo, todos estamos atrapados en el mismo lugar, todos con el mismo deseo de avanzar pero incapaces de hacerlo, porque nadie en su sano juicio puede pensar que de verdad su pitido sera el que cambie las cosas y consiga por fin avanzar y acabar con el tráfico. Ese pitido es el síntoma de que negamos nuestras limitaciones. Es un sonido de ira por el hecho de que quien pita no puedo obligar al mundo a que se mueva tan rápido como le gustaría. 

lunes, 1 de diciembre de 2025

Chio against the machine

“Fuck you! I won’t do what you tell me.
Madafakaaaaaaaaaaaa!”

Moría de hambre, así que fui feliz al ver la máquina expendedora. Luego un poco menos feliz cuando vi que tenía casi nada: como seis productos diferentes, pero entre lo rescatable unos Doritos. Ya tenía mis monedas y billetes listos… pero las monedas no las aceptaba y los billetes, a menos que estuvieran perfectos, tampoco. Me dejó con una sola opción.

Afortunadamente, pensé, la “moderna” máquina acepta tarjetas de credito, débito, Apple Pay, NFC, QR codi, criptomonedas, retina scan, hasta la pulsera del festival del año pasado con saldo olvidado, entre otros.
Y fracasé.
Peleé unos 5 minutos con ella.

“¿Cómo es posible si la chica antes de mí sí sacó su snack?”
Lo peor: la estúpida máquina me hablaba en voz alta, frente a todos.

“Intente otra vez. No se realizó el cobro.”
Repitió en cada intento.

A lado mío, unos viejitos batallando con un celular que no dejaba de sonar, sin saber cómo contestarlo. El ringtone de Telcel a todo volumen "la maravilla de esa boca..." una y otra vez, el Uber preguntándoles su ubicación y ellos los más perdidos… se entiende, son viejitos.
Pero ¿esta humillación para mí? Yo, tan joven, tan millennial. Tan supuestamente tecnológica.

Obvio pude ir al Oxxo, pero eso habría confirmado mi derrota y no quería la doble humillación. Con hambre pero muy digna!

Testify, vending machine. Testify.

sábado, 22 de noviembre de 2025

Mr Don Sheva

Tener un perro viejito es darnos cuenta de nuestra finitud, de que no son los años que acumulamos, sino momentos.
A Sheva le dolían sus huesitos y en sus últimos dias se volvía cada vez una responsabilidad mayor, a lo que tuvimos que ajustar nuestra vida alrededor de sus necesidades. 
Y yo que siempre he huido de las responsabilidades veo que tenía que aplazar cosas, nada de salidas improvisadas, cambiar planes, y no voy a mentir, cuesta abrazar esa etapa, porque aunque Sheva llenaba de amor, también nos limitaba, nos daba ternura, pero nos obligaba a frenar, nos daba su compañía pero nos recordaba que pronto se iría. 
Con el tiempo acepte esa realidad, hoy es realidad. Y esta bien, estuvo bien que mi vida estuvo anclada a él, que su amor me hizo hacer una pausa y que implicara cambiar mi normal vida diaria, porque al final Sheva viejito me enseñó que el presente es lo único que podemos habitar. Y en este presente ya no esta y me debo adaptar una vez mas.

martes, 11 de noviembre de 2025

Una distancia prudente

 Contigo a la distancia, amado mio, estoy.

Pienso en ti a todo momento. Me pregunto qué programa de TV estarás viendo mientras yo hago lo mismo. Me imagino nuestras interesantísimas pláticas cuando por fin nos veamos, todo gracias a este tiempo que hemos pasado lejos.

Me gustas así, con esta distancia prudente: dejando espacio para crear emoción y tensión, pero lo suficientemente lejos para no decepcionarnos, ni cansarnos, ni volvernos parte de una rutina.

Me ilusionan las horas de trabajo, los viajes, las pausas; todo lo que me acerca a ti sin romper la fantasía. Me das suficiente motivo para salir de casa o arreglarme un poco mas.

Y aun con esa distancia, sé que cuando nos necesitemos, sabremos estar cerca.

Nuestra relación, la que sea, contigo, con ellos, con todos, es perfecta a esta distancia. No la malgastemos intentando convertirla en costumbre.
Mejor sigamos siendo el verso de aquella canción que no podemos recordar.

La emoción no está en tenerte cerca, sino en imaginar que pronto volveré a verte.

Esa persona eres tu, y tu,y tu, y todas esas que he querido sin poseer.

lunes, 10 de noviembre de 2025

Ocupadamente vacía

Saludar al vecino, acostarse a una hora. Trabajar cada día, para vivir en la vida. Y contestar solo aquello y sentir solo esto. Y que Dios nos ampare de malos pensamientos...

Durante mi vida laboral siempre he tratado de ganar, y de ganar más dinero. Escalando la montaña, cual Sísifo, cuando creo haber alcanzado mi tranquilidad y satisfecho todas mis necesidades, aparecen otras nuevas y descubro otros estilos de vida a los cuales aspirar. Y, como Sísifo, vuelvo a estar a faldas de la montaña, porque resulta que no pude tener más que mi vecino. Justo cuando estaba a punto de alcanzarlo, apareció otro, uno distinto, más exitoso, más productivo, y ya estoy intentando ponerme a su nivel.
¿Y cómo lo lograré? Pues trabajando más, obviamente. Estando ocupada todo el tiempo, porque claro: a más ocupación, más prestigio, más estatus.

Lo absurdo es que siempre creí que ser rico significaba no tener que trabajar tanto. Y a veces me pregunto: ¿no habrá algo más en la vida que ganar dinero y gastarlo?

jueves, 25 de septiembre de 2025

Vergüenza Vaginal

Tan misteriosa es la vulva: oculta, escondida de todo el mundo, tan hacia adentro. Es suelo fértil para la más poderosa de todas las emociones… LA VERGÜENZA.

Chio, una señora con altos grados de vergüenza a pesar de sus 40. A su edad ya lo tenía todo: perimenopausia, una serie de fracasos laborales, ansiedad y depresión; una mezcla de baja autoestima e indignación.

Un día llegó el periodo, ese que ya se presentaba cuando se le daba la gana, y también la picazón… y el chuchi se sentía irritado, inflamado y dijo: “Hazme un favor: ráscame como boleto de lotería y te haré sentir que ganas un millón de dólares. Si pudieras agacharte y sacarme los ojos, te lo agradecería mucho…” Se asustó la Chio, pero decidió no buscar por internet porque las razones podían ser muchas ETS y muchos cánceres. “¿Puedes rascarme hasta arrancarme la piel?” insistía tanto.

La ayuda tenía que llegar ya, y no es como que vas al súper y hay un pasillo para vulvas… bueno, sí: la higiene femenina, con mil productos para que el chuchi huela a lavanda. “¿Por qué así debe oler, no?” ,“¡No me importa el olor! Solo te diré dos palabras: ¡lijadora industrial! ¡O voy a dispararme en la puta cara!” y la pobre Chio atacó a sus propios genitales trastornados… ¡una vergüenza!

Y ahi estaba, sin amigas para que la ayudaran en su agonía, y para colmo seguía atrapada en síntomas menstruales, como si algo por dentro la estuviera apuñalando.

Apuesto a que creen que con los años se acaba la vergüenza vulvar. ¡Están equivocados! La vergüenza se adapta y se vuelve más fuerte que nunca.

lunes, 1 de septiembre de 2025

La mujer incompleta

"Yo perreo sola"

Mi tía la Cuca fue mi primer ejemplo de lo que significa ser una mujer independiente. Desde niña observaba todos sus movimientos con admiración: cómo manejaba su trocona perrona y viajaba de aquí para allá con toda seguridad, cómo hablaba sin titubeos. Era súper culta y no se le conocía novio alguno (o novia), pero le cantaba al amor con harta pasión.

Y, sin embargo, flotaba sobre ella un aire de lástima. Alguna vez escuché murmullos descalificadores a su alrededor: “pobre, no tiene hijos”, “pobre, está sola”. Como si ella, con todo su intelecto y singularidad, no fuese suficiente.

A mí, la tía Cuca me parecía lo máximo, la mujer más cool del planeta. No entendía por qué los demás hablaban de ella en esos términos. ¿Por qué querían despojarla de su plenitud solo porque no había seguido el guion preestablecido? Su vida, para mí, era una celebración de la autonomía. No entendía por qué la gente la veía como inadecuada.

Y es que se nos enseña desde muy pequeñas que no estamos completas y que necesitamos de un otro. Que somos el complemento de una ecuación ajena donde primero somos la hija de, luego la novia o esposa de, y después la madre de.

Pero ella me enseñó siempre a buscar algo más que un hombre con el que mi nombre sonara bien junto a su apellido —diría la Karol G, como si fuera una victoria—. Me enseñó que todo debe ser cuestionado y que, siendo tan independiente como ella lo fue, con dinero, con trabajo, yo iba a tener opciones. Y que una mujer con opciones tiene poder.

lunes, 25 de agosto de 2025

Patrimonio

Del patrimonio, no se habla. Porque el matrimonio asegura dependencia, pero el patrimonio permite tener opciones. Y si hay algo que siempre se evitó, es que las mujeres tengamos opciones. No vaya a ser que empecemos a usarlas.

Nos hicieron creer que “ser fuertes” era resistir y ponerle el pecho a todo, pero la verdadera fuerza es poder contar con recursos que respalden nuestras decisiones de vida. Tener patrimonio es poder irte. Decidir tus sí y tus no.

#AmigaHablemosDePlata

jueves, 14 de agosto de 2025

Blue rare

"Food is sex" 🔥 

Era una invitación a un festin en la azotea de un edificio viejo de la ciudad. Prometía “una noche para dejarse llevar” y pedía un código de vestimenta sugerente. Por pura curiosidad, había que entrar y pedir una mesa.

La iluminación roja (asi como de congal) alumbraba un espacio lleno de sillones, y a unas veinte personas con cara de “yo ya sé a lo que vine”. La música, las animadoras y el ambiente reforzaban esa sensación: la carne fresca era exhibida ante los comensales que no disimulaban hambre y deseo.

En otra habitación con luces de neón, las pasiones se desbordaban. No había nada que cocinar a fuego lento: allí todo se servía y se devoraba crudo y sin marinar. En el buffet de gritos y gemidos, todo lo que podía ser un manjar delicioso se fue quedando sin sabor. Cruzar el umbral de ese espacio que parecía arder en llamas hizo que, en cambio, se sintiera el frío de la ciudad colarse por la ventana y dejar el plato frio también. Curioso, ¿no? No debería causar el efecto contrario?

El dejarse llevar solo sirvió de acelerador etílico para forzar la sobremesa hasta perderse en un blackout. O sea, como en una fiesta normal... que terminó con la importante lección: lo que se sirve sin tiempo pierde su sabor, ¿no sería mejor prender el carbón, sazonar y que las emociones se cuezan en ese fuego lento? 

Estamos hablando de una carnita asada ¿verdad? Pq #norteños 

domingo, 27 de julio de 2025

Las más jodidas

"What a shame, what a shame to judge a life that you can't change."

Una vez, cuando tenía 11 años, estábamos en clase y la maestra me pidió a mí y a otras dos niñas que saliéramos del salón. Obviamente, estábamos confundidas y preguntábamos por qué, pero la maestra solo sonreía y nos pedía salir como parte de una actividad.
Ya fuera del salón, seguimos cuestionando por qué solo a nosotras. No veíamos tener algo diferente a los demás, ni algo en común entre nosotras.
Cuando finalmente regresamos al salón, la clase siguió como siempre, pero en nosotras seguía la duda. Incluso notábamos cierta complicidad en las miradas de nuestros compañeros. No pasaron días; fue ese mismo día, en una oportunidad, que el niño más chismoso del salón reveló la verdad del porqué nos habían sacado de clase:
—"Las sacó del salón porque son las más jodidas, y está pidiendo una cooperación entre todos para pagar su graduación" —lo dijo en tono burlón, incluso se rió.

Y creo que fue el único al que le pareció chistoso. Los demás se veían incómodos y nos miraban con condescendencia.
Yo sentí mucha vergüenza. Mis compañeras también. Me sentí fuera del grupo, como si todos vieran algo tan evidente y nosotras, tontas, jamás lo hubiéramos notado.

Lo primero que pensé fue: ¿las más jodidas? ¡¿Pero si fulanito está peor que yo?! ¿Y menganita?
Es lo que pasa cuando te ponen en ese lugar. Te pones a la defensiva. Porque nadie quiere ser “el que menos tiene”. Nadie quiere ser el que necesita lástima.

La maestra se enteró de que el niño lo había contado —porque se suponía que iba a ser una “agradable sorpresa”—, se enojó con él y nosotras aprovechamos para decirle lo mal que nos sentíamos al respecto, que no queríamos esa ayuda. Que no la necesitábamos.
Y se canceló todo.

Lo que no se canceló fue la vergüenza de habernos señalado como las más pobres.
Hoy en día ya no la siento. Por eso puedo contar la historia.
Vergüenza debería sentir la maestra que, aunque quizá tuvo buena intención, no supo cómo hacerlo.

Nunca se lo conté a mis papás. Me daba hasta pena decirles, y que fueran a hacer un escándalo… de por sí, el chisme ya se había corrido hasta el salón de sexto B.

Años después, pienso que la experiencia fue profundamente clasista. Fue, sin duda, violenta.
Fue que te miren diferente y te separen del resto: estaban ellos, y estábamos nosotras.

El problema no fue solo aquella cooperación. El problema es que, a diario, en mil formas más sutiles, se sigue haciendo lo mismo:

Ofrecer desde arriba.
Decidir quién “merece”.
Señalar sin saber.
Dar sin escuchar.
Dibujar una línea entre “ellos” y “nosotros” por su falta económica.

No basta con tener empatía.
Hace falta revisarnos. Una y otra vez.

Reconocer que todos —sí, todos— tenemos gestos clasistas, aunque no lo queramos ver.
Y sí, ese niño que lo dijo también estaba replicando lo que escucha en su casa, en la televisión o en la calle. Porque el clasismo no es un acto aislado.
Es un sistema de ideas que se repite sin cuestionarse, incluso desde la infancia.

Es urgente mirarnos y ver qué le estamos enseñando a las nuevas generaciones.

Y que, si realmente queremos ayudar, lo primero es preguntar:
¿Necesitas algo?
¿Cómo puedo acompañarte sin invadirte?
¿Esa ayuda se necesitaba?
¿O solo lo hiciste para sentirte mejor tú?



viernes, 4 de julio de 2025

Tu no sabes amar

El amor me estorba, me sofoca y empalaga. Cuando mis amigas cuentan embelesadas sus historias de amor, yo solo alcanzo a distinguir sometimiento, falta de libertad, fracasos profesionales. Muchas dicen que quieren viajar, conocer el mundo, hacer cosas importantes, pero acaban enamorándose y, después embarazandose, y de pronto todo queda atrás. Pronto ellas quedan atrás de si mismas. 

Tan inteligente y tan boba. Tan cerrada de la cabeza. Tan egoísta - contestó Liliana con una sabiduría que excede en mucho sus años. Liliana no está tratando de convencerme, ni juzgarme, es simplemente una declaración de un hecho.

El invencible verano de Liliana

jueves, 26 de junio de 2025

Hipsterlandia

"Bicycle! Bicycle! I want to ride my bicycle, I want to ride my bike"

La cita era a las 9 de la noche y ya son las 11. No es un buen momento para estar en la calle y comenzar un recorrido de 20 km en bicicleta por la ciudad, sobre todo porque es lunes y mañana hay que trabajar.

En este recorrido vemos a gente que también va a las citas del domingo, que son solo 10 km y tienen un ambiente más familiar (y en horarios decentes). Nos viene a saludar el señor que solo habla con mujeres, allí está el atleta de alto rendimiento que solo tiene una pierna pero en la otra se le forman como 10 músculos en el chamorro al pedalear, y también está el cholito con su bicicleta improvisada que, aunque lleva el garrero, parece ir más rápido que yo.

Una amiga me pregunta por qué no traigo una falda o pantalón; parece que mis leggins están algo traslúcidos y se nota que el calzón es de otro color. Ahora veo por qué la fascinación de este nuevo personaje del grupo, que con insistencia me invita a su casa, me pide agua de mi mochila y me asegura que nos hemos dado un beso indirecto.

Después de un bajón de azúcar, una llanta ponchada, primero auxilios, pero ejercicio saludable, llego alrededor de la 1 a.m. a mi casa, asegurando que ya solo iré a los paseos de los domingos. Como es la época hipster, nos espera un recorrido, pero con outfit tweed.

Qué bonito año aquel 2013.

jueves, 19 de junio de 2025

Que tu voz ya no me halague

"All I want to do is be more like me and be less like you."

No temo competir. Lo que temo es que siempre voy a competir, eso es lo que me da miedo. 
El hecho de que este terriblemente condicionada para aceptar los valores de los demás, y que me gusten los aplausos y que la gente me ponga por las nubes, no lo justifica en absoluto. 
Me avergüenzo de ello. Me da asco.
Me da asco no tener valentía de no ser nadie en absoluto.

jueves, 15 de mayo de 2025

No alarms and no surprises

Today I don't feel like doing anything, I just wanna lay in my bed

Me faltan unos hijos para que le quiten las botas a su madre al llegar de trabajar. No los tengo, pero lo que sí me quito son las ganas de seguir activa después del horario laboral. Poco a poco, la culpabilidad de no estar produciendo se va disipando y me dejo llevar por la procrastinación. Me siento en mi sofá, enciendo la TV y me río con The Nanny.

Ya no siento la ansiedad que me producía el pensar que me vieran sin hacer nada. No tengo que demostrar que soy una persona importante ni que debo hacer una agenda para justificar lo ocupada que estoy. Tampoco significa que esté deprimida; simplemente, le doy a mi cerebro unas vacaciones, al igual que a mi cuerpo. Y, por el contrario, he encontrado más paz y felicidad en esos momentos de inactividad.

viernes, 25 de abril de 2025

Desarmonia de ideas

"Se me reventó el barzón y sigue la yunta andando"

Una vez dije que era team calor, pero con esta humedad estoy a punto de cambiar de opinión. O tal vez ya lo hice, porque aunque el clima marca un 66% de humedad, yo y mi rebelde cabellera la sentimos al 137%. La chamarra que llevo puesta tampoco ayuda.

En el pasado, dije que quería crecer y esforzarme, presumir de una carrera profesional y trabajar arduamente. Hoy, en cambio, solo anhelo la procrastinación eterna. No quiero el progreso, solo deseo dormir largas horas, ver televisión y pensar en NADA.

Sin embargo, aquí estoy esperando volver a casa, después de una desmañanada, largas horas de carretera, tráfico, trabajo físico, mugre y con el "entusiasmo" y esperanza de ganar esa cuenta por la que he estado trabajando tanto, porque ante todo, clasemediera aspiracionista.

A veces me doy asco.

#disonanciascognitivas

martes, 15 de abril de 2025

Un domingo cualquiera

Son las 4 de la mañana y todo el mundo bailando 🎶... Al menos en mi cabeza, porque nomás la resaca no me deja dormir. El cerebro palpita, el techo se mueve y en mi estómago hay todo un carnaval. A mis 40 años, todavía me pregunto por qué sigo torturándome pasando por situaciones poco saludables, pero recuerdo la noche de anoche y no estuvo tan mal. Si no fuera por el hecho de que ya es lunes y tengo que trabajar en unas horas.

Un domingo cualquiera sería uno donde no me asomo ni al patio, donde la ducha es opcional y dormir varias veces al día suena como el plan más genial del mundo.

Pero este domingo estaba en Regiolandia, aburrida, debatiendome en si aplicar ese plan genial de dormir o salir. La verdad es que no quería seguir durmiendo porque ya hasta el cuerpo me dolía, pero la idea de salir sola a donde no conozco a nadie tampoco me emocionaba. Al final, sí me aventuré: me largué al famoso barrio antiguo, dizque a tomar un café y leer, y a los 5 minutos ya me quería ir, y no por que estuviera sola, sino por el pinshi calor del diablo que se notaba a través de mi ropa, y ahi estaba yo con mis camisa de axilas mojadas de tanto calor... Me tomé rápido el café (frío) y fui en busca de algo más refrescante (alcohol). Encontré un lugar donde era yo la única comensal, y asi empezó mi camino hacia la ebriedad. Con unas cervezas y mezcales, me empecé a sentir valiente, y recordé al amigo de un amigo que, por casualidades del destino, contestó mi mensaje, hasta que por fin pude sacar un plan con compañía.

Llegué a un lugar con aspecto de restaurante de mariscos buchón, y ahí estaba el sujeto (a quien, por cierto, temía no reconocer). Me saludó y había con él 5 personas, llegué a ser la sexta. Entre los presentes estaba mi nuevo amigo "todo el mundo me conoce porque soy bartender", la morenaza de fuego amante de los horóscopos, el odontólogo guapo, el bandido de sombrero y el "cumpleañero", y yo "la ¿y tú, ¿de quién eres?". Hicimos buen match, hubieron muchas cartas, y aunque el restaurante tenía pinta buchona, todo era muy norteño, que hasta banda en vivo había. Al final, descubrí que en realidad todos éramos desconocidos; la única persona en común era mi amigo que todo el mundo lo conoce porque es bartender. Y ahí estábamos, 6 extraños un domingo por la noche, echando cheve, disfrutando del ambiente norteño, haciendo chistes y bromas; y digo bromas porque, en realidad, el cumpleañero ni estaba de cumpleaños, pero tal era el desmadre que lo festejamos, le cantamos las mañanitas y hasta pastel le llevaron, y a la banda, les pidió sus rolas favoritas.

Creo que valió la pena haber convertido un domingo cualquiera en una convivencia, aunque ahorita esté un poco dañada mi salud y que si esto hubiera sido en sabado, ni tan divertido hubiera estado.

Los nombres de los personajes nunca los voy a olvidar porque, al chile (como dirían los regios), nunca me los aprendí y por eso los omiti.

jueves, 3 de abril de 2025

El hombre económico no es mujer

El papel de la mujer en la economia revela una profunda desigualdad que ha perdurado a lo largo de la historia donde se ha establecido que es el hombre quien va primero, y es el hombre el que cuenta, lo que sugiere que la economia ha sido definida por y para los hombres, relegando a la mujer como "lo otro" que si es indispensable, pero subordinado.

A lo largo de los años, se ha asignado a las mujeres la tarea de cuidar a los demás en lugar de preocuparse de su propio beneficio. La sociedad le ha contado que no puede ser racional, una creencia de que son solo emocionales porque sus cuerpos las atan a los partos y las menstruaciones, lo que son obstáculos para su participación igualitaria en el ámbito económico. A pesar de que muchas mujeres han invertido en su formación tanto tiempo y esfuerzo como los hombres, la discriminación se hace evidente en la aun existente brecha salarial.

La falta de atención al impacto del trabajo doméstico en la economía y los roles de género es notable. "¿Quién limpia en casa de la limpiadora? ¿Quién cuida a la niña de la niñera?" son preguntas con las que cargan muchas mujeres y parece que solo les importa a ellas.

El ingreso al mercado laboral remunerado ha permitido a las mujeres liberar parte de sus tareas domésticas, "si se quiere hacer carrera, es preciso colgar la vida familiar en la puerta antes de llegar a la oficina", lo que a veces conlleva a un conflicto interno, especialmente durante la maternidad, cuando lo público y privado se fusionan de maneras complicadas. Es decir una mujer embarazada no puede quitarse su panza para ir a trabajar, no puede deshacerse de su yo privado, tiene que llevar algo de su hogar al mundo del trabajo remunerado. El hombre económico no tiene pechos que producen leche, u hormonas. Se mantiene separado de lo público y privado.

A pesar de que la mujer ha entrado en el mercado de trabajo, el hombre no ha entrado en la casa en la misma medida, lo que perpetúa la desigualdad en la división de las tareas. Además, las dinámica del mundo económico revela un sistema que prioriza el beneficio individual sobre el bienestar social.

A lo que surge la pregunta: "¿es justa la economía? ¿mejora nuestra calidad de vida?" La realidad es que "la economía actual crea apetitos en lugar de soluciones para saciarlos", y las elites causantes de crisis financieras suelen salir ilesos o mejor posicionados, reforzando un ciclo de desigualdad y explotación.

En este contexto, es evidente que el hombre económico es el que invierte en sí mismo y es individualista, mientras que se ignoran las aportaciones y necesidades de las mujeres. La economía, diseñada a menudo sin considerar las realidades de género, lleva a la conclusión de que "sabemos el precio de todo, pero el valor de nada" y asi por mucho tiempo el valor económico que aportan las mujeres han sido invisibilizado. 

martes, 11 de marzo de 2025

Tarifas VIP

El personal de una escuela primaria llevaba tiempo quejándose de que los padres, muy ocupados, no recogían a sus hijos a tiempo, lo que obligaba a los maestros a quedarse horas extras. Para solucionar esto, la escuela decidió implementar tarifas por recogidas tardías. Sin embargo, los padres comenzaron a recoger a sus hijos aún más tarde. ¿Por qué? Al introducir estas tarifas, la escuela, sin darse cuenta, eliminó el sentido de responsabilidad que los padres sentían. Antes, sabían que debían llegar a tiempo por respeto al personal. Pero al poner un precio a la tardanza, los padres empezaron a ver las tarifas como un costo por un servicio adicional. La motivación moral se perdió y, con el dinero en juego, la situación cambió.

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