Amante de la mala vida. Pude haber elegido ser otra; pero esta que hoy soy, es mi mejor versión... He aquí mi vertedero de basura mental.
domingo, 27 de diciembre de 2020
Yo las canciones y tú la magia✨
jueves, 24 de diciembre de 2020
Las aventuras de #SinSuerteChío
jueves, 26 de noviembre de 2020
Viajes literarios
viernes, 18 de septiembre de 2020
¡TENEMOS UN 3312!
La otra vez fui a Smart, con mi tapabocas y desinfectada. A diferencia de otros súperes, en este, había un termómetro pegado en una de las puertas. Toda pretenciosa, queria mostrar mi "indiscutible" educación sobre el tema de que los rayos infrarrojos del termómetro NO te leen la mente, asi que con seguridad acerque mi frente para la toma de lectura. Una alarma se activó ya que el dispositivo marcaba 37.7 de temperatura. Detuve el tráfico de gente, la alarma duro como 3 minutos, que para mí fue como una hora, y se puso en evidencia que estaba bien infectada del coronabicho. Le explique al guardia que quizá era porque mi carro estaba muy caliente, aun asi, acepte el no poder entrar al establecimiento. Pero luego me dice -intentélo otra vez, es que se toma del brazo- y pues ya, al tomar de nuevo la lectura en otra área de mi cuerpo, mi temperatura fue de 34 grados y asi pude ingresar. Ahora tenía hipotermia, nada importante comparado con el COVID... y bueno, con la evidente falta de calibración del termómetro.
martes, 25 de agosto de 2020
Perdido y encontrado
Culpo al sobrecargo de quitarme la bolsa y meterla a los compartimientos donde yo sabía que la iba olvidar. Y esa es la razón por la que corro por la terminal buscando la oficina de reclamaciones de equipaje. No es la primera vez que se presenta esta situación; audífonos olvidados en hoteles, suéteres adornando sillas de restaurantes, generosas propinas con todo y cartera para taxistas, y un sinfín de artículos que ahora tienen otro dueño. En estos momentos, mi bolsa está a punto despegar y tengo que parar ese avión para recuperarla antes de tomar el siguiente vuelo.
Al fin he llegado a la oficina. Trato de recuperar el aliento. Cansada y con dificultad para hablar exijo que me atiendan. Describo detalladamente mi objeto perdido. Busco mi celular en mi bolsa, y me doy cuenta. La bolsa siempre ha estado conmigo. El señor de la oficina la observa y suelta su más fuerte carcajada. Se siente casi cruel, pero lo he comprendido: no solo pierdo cosas, también a veces pierdo la dignidad.
martes, 18 de agosto de 2020
Melomanía Crónica
El evento musical fue interrumpido varias veces durante el día: al subir al auto para ir con el dentista, al tratar de emparejar mi celular con el estéreo del auto para seguir con el ritmo de mi aflicción, al tener que contestar las preguntas de todos aquellos que no estaban invitados a mi festival personal de amargura. Quizá, el único invitado que tuve fue el dentista que durante la cita me ofreció poner mi música en su consultorio ¿Cómo podía decir que no?. En realidad es que todos hubieran estado invitados si se limitaran a solo escuchar y apreciar mi buen gusto.
Ya entrada la noche, en la casa de mis padres, me adueñe de su equipo de sonido. Seguía con la piel erizada provocada por los sonidos, las voces y las letras. Una vez más, el festival fue interrumpido al escuchar hablar a los no invitados. Tenían las voces de mi madre y mi esposo.
- Nomás vino a escuchar música su música deprimente. ¿Nos va hablar?
- Lo dudo. Lleva todo el día así, y ayer fue de reggaetón. ¿mañana?… no sé, tal vez se ponga el día punk.
martes, 11 de agosto de 2020
Ansiedad telefónica
Toda tranquilidad desapareció al escuchar la vibración que anunciaba la llegada de un mensaje. Avisaba el final de un día sereno. El mundo se detuvo y su corazón también. Antes de revisar ya sabia quien se comunicaba. Sintió una nausea que reventó en su garganta en forma de acido gástrico. Llego hasta la mesa donde se encontraba su celular. Se dio cuenta. Su error. No era él. No era una persona. Ni siquiera era un mensaje. Era el aviso de batería baja de un dispositivo al que ahora estaba encadenada. En su lugar, encontró solo decepción. Lo que realmente notificaba era la continuidad de incesantes y tortuosos días de inútil espera. Esclavizada y esperanzada.
viernes, 24 de julio de 2020
En un mundo heteropatriarcal y blanco...
sábado, 20 de junio de 2020
100 dias exactamente iguales, 27 diferentes atributos... y solo 7 te gustan.
100 días de no haber perdido nada (solo la cordura), de pensamientos mundanos, de negación, de "y ahora que hago?", de “al menos la casa está limpia y ordenada”, de odio desmesurado al coronabicho, de estar hasta la madre con el encierro… hoy se cumplen 100 días de cuarentena.
- Comer como si no hubiera un mañana (pero mejore mis pobres habilidades culinarias)
- Odiar de sobremanera el PUTO encierro! (pero sigo respetando la cuarentena)
- Envidiar a los despreciables ciudadanos que siguen con su vida normal, y a todos mis conocidos, amigos o familiares que SI estan ocupados todo el tiempo. (pero al menos tuve el tiempo para reírme con mis podcast favoritos)
- Comprar idioteces por internet porque estoy aburrida y TODO lo quiero.
- Pensar más que trabajar, ejercitarme, cocinar, limpiar, moverme… (pero eficazmente dejar de pensar para dormir como bebe)
- Sentirme como la señora Fletcher todo el tiempo (lust for life!)
- Mirar a todos desde arriba porque TODOS tienen pésimos gustos musicales (Bueno, eso siempre)
domingo, 24 de mayo de 2020
Sobre la dificultad de no hacer nada
Si tuviera fuerzas para no hacer nada, no haría nada, pero ya no me quedan... y bueno, cuidado con lo que se desea pues se puede cumplir, pues!
lunes, 4 de mayo de 2020
The virus strikes back!
Son tiempos de pandemia. La mayoría de la ciudadanía ha atacado desde casa y han obtenido victorias en algunos países contra el malvado coronavirus. Aunque ha sido destruido en China debido a las estrictas medidas de contención, en otros países los ciudadanos han sido obligados a dejar sus bases para seguir con sus actividades cotidianas exponiéndose a las malvadas fuerzas del virus. Durante la batalla, rebeldes han logrado fugarse, violando las reglas del confinamiento poniendo en peligro sus vidas. Con el apoyo de los gobiernos, los secretarios de salud dirigen una valiente resistencia, buscando ayuda de los valientes doctores y enfermeros con el fin de restaurar la salud y economía del planeta.
Y cuando creí que la cuarentena no podía ser peor, el virus ataco... de nuevo. No es ese tipo de virus que te corta la respiración y que necesitas estar aislado, es el no tan popular como el coronavirus, HERPES.
El estrés esta fuera de mi control y esta cuarentena no ayuda, me siento inútil, desmotivada, triste, confundida, y el cuerpo lo sabe, por lo que de pronto me volví parte de la población vulnerable, pero no lo sabía…
Después de una semana de dolor de espalda y pecho, según yo por el ejercicio, y de una extraña "alergia" en la piel, me obligaron a ir con el dermatólogo quien me dijo, tienes herpes zoster, el virus de la varicela.
El maldito volvió, nunca se fue, estaba escondido en algún lugar el sistema nervioso esperando que las defensas bajaran para volverse activar, y aquí esta, vivaracho el muchacho.
Ahora mi encierro es tomar pastillas todo el tiempo, ponerme crema, sentirme high con el medicamento y dejar de beber por un mes... ya mejor que venga un perro y me orine.
martes, 14 de abril de 2020
La virtud de estar borracho
Y no es que haya planeado ser la ebria que todos creen que soy, simplemente se dio y el resultado fue que me sentí feliz a pesar de ser un fin de semana de encierro.
Si la felicidad fue momentánea, la verdad la pase bien, usamos las herramientas tecnológicas que hoy nos salvan de la terrible soledad y que nos ayudan a mantener nuestro gen social, un par de videollamadas, correos picarones y chats políticamente incorrectos fueron parte de la diversión, e incluso, en mi reseca terrible la platica madrugadora fue la cura.
Así que en este encierro de locura, como Bukowski dijo: “Necesito un trago. Casi todos lo necesitan, solo que no lo saben”. 🥃
jueves, 9 de abril de 2020
Alerta pandemica
This is the end, my only friend, the end”
Partí de Querétaro a Colón en aquel auto que me hacía sentir como un señor de 60 años, con todo el lujo que lo caracterizaba, con la decoración que solo podríamos encontrar en casa de nuestros abuelos, hasta un particular reloj análogo sobresalía del tablero principal. No llegaba ni a sentirme señora, ni por más cool que mis poses al volante pudieran ser, ni por los lentes oscuros con los cuales mucho menos podría llegar a parecer rockstar. El auto era demasiado; muy grande, muy lujoso, muy anticuado también.
El SEÑOR Güereque, después de dar mil vueltas buscando la dirección, llegó a su destino y a pesar de que ya habían comenzado advertencias sobre el recién llegado Coronavirus de mantener distancia, al llegar con el cliente todos nos saludamos, hubo intercambios afectivos y hasta me quedé a comer con ellos, la despedida fue igual, hubieron muchos apretones de mano.
Más tarde, me dirigí al centro histórico de la ciudad para encontrarme con un amigo y VOLVER A COMER, y pues al vernos, el saludo fue más afectivo aún, hubo abrazo y menos distancia, durante dos horas platicamos hasta el momento de la despedida con otro abrazo.
Cansada de ser el Señor Güereque, llegue al hotel con la intención de no usar el carro, cambiarme y esperar a que llegara mi vegana amiga Olivia. Para hacer tiempo prendí la TV y las noticias aparecieron y la paranoia llegó; NBA suspendida, Tom Hanks y su esposa infectados, Trump cancelando todos los vuelos procedentes de Europa y miles de casos confirmados en USA. Aun así, recibí a Olí con un gran abrazo y nos fuimos a beber (cuando se podía aun), y hablamos sobre el virus y la vida. También hubo despedida con abrazo.
Y por si no tenía suficiente, en el aeropuerto, donde ya se sentía la histeria colectiva, donde ya todo mundo usaba tapabocas pero aun así estaba bien pinche lleno, entre el gentío y tocándonos todos los unos a los otros, me topé a Wilber (ese hombre que tiene un trabajo como el mío, que me huye porque lo hago tomar Jager y que también extraña su vida normal por ciudades y aeropuertos) y pues él afecto se dejó ver con un abrazo también.
Después de aquellos días, incluso la semana siguiente, seguía creyendo que estaría en Toluca haciendo mis vistas técnicas regulares y que de ahí estaría disfrutando la CDMX y que escucharía a Tame Impala en vivo, con todo y la incertidumbre de haber y haberme contagiado con tanto contacto humano.... tan ilusa, llegue a casa y de ahí ya no pude salir.
sábado, 4 de abril de 2020
Casi olvidado
¿Cuando fue el último día que pensé que todo estaba tan lejos de la hoy realidad? Porque de pronto llegue a casa y de ahí no salí, porque de pronto solo me quedan los recuerdos borrosos de mis actividades cotidianas y los lamentos de planes que han sido destruídos o postergados.
Y al principio pensaba en lo de ayer, lo de la semana pasada y todo era tan claro, los rostros, esos ojos, esos gestos, las risas y los ademanes, luego pienso en las calles recorridas, las carreteras y el miedo de manejar cada automóvil rentado que tome, los sitio nuevos y a los que volvía otra vez, las sabanas, las almohadas, la forma en que caía el agua en cada tipo de regadera y mi análisis exhaustivo de los baños para calificar si era buena idea volver a ese hotel. Las visitas y terminar como vil minero pidiendo baño urgentemente y, por su puesto, ese apretón de mano con cada uno de ellos que, quiero suponer, forman parte de mi trabajo.
Hoy, la rutina ha cambiado y pensar en lo pasado me mantenía contenta, podía cerrar los ojos y casi tocar la vida antes de la pandemia, pero después de un tiempo todo se empieza a disolver y aunque me aferro hay cosas que ya no las veo, tengo el sentimiento y puedo sentirlo pero cada vez es más difícil visualizarlo, ¿será el siguiente paso dejar de extrañar?
domingo, 29 de marzo de 2020
¿Domingo de nuevo?
Everyday is silent and grey"
Esto de la cuarentena me está jodiendo bien cañón, ya ni siquiera estoy segura de los días.
Tengo una decena de libros esperándome y está bien eso de #yomequedoencasaleyendo pero lo cierto es que he invertido demasiado tiempo flasheando que estoy de viaje. Pudiera ponerme a inventar alguna otra actividad, pero le ando poniendo más ganas a pensar idioteces.
viernes, 21 de febrero de 2020
El click
El click, se siente a lo largo de nuestras vidas, al conocer al alguien con ideas similares a las nuestras, cuando sentimos esa reciprocidad. Lo especial de este click es sentir la reciprocidad aun sin conocer a la persona. En ese momento supe que lo habíamos sentido ambos. Luego pensé que era algo único en la vida, porque... _¿como puedes sentirlo si no conoces a esta persona? y contrario a “Do I wanna know if this feeling flow both ways?” ¡Lo sabes!. Pero años después aquello que creí único volvió, el click volvió... 💕
jueves, 6 de febrero de 2020
Entre que se me olvida, no me acuerdo y lo pierdo todo
Eso está olvidado
en el pasado"